Amaneció el nuevo día, la luz resplandeciente del sol pintaba de oro las piedras centenarias.
La paz y el sosiego eran la sonrisa de la mañana en la montaña, en el Camino.
Poco a poco, la niebla subió de los valles, y como si fuera una cortina de humedad, fue desfigurando hasta hacer desaparecer, por arte de magia, los contornos de la citania celta y del Camino.
Tiempo de “invernía”; tiempo de esperanza, porque también en invierno hay flores, y pájaros… y peregrinos.
El resplandor de esta mañana será el prólogo del nuevo esplendor que llegará… siempre llega.
Ahora toca disfrutar de la espesura de la niebla que invita a la intimidad… es tiempo de recogimiento y de reposo.
Sí, volverá a amanecer y, mientras tanto, vamos de camino, paso a paso, otrora avanzando, otrora descansando, pero siempre viviendo y experimentando.
La vida es amanecer y anochecer, luz y oscuridad, caminar y descansar; la vida son tiempos: la vida eres tú, la vida late en ti.
Eres luz y oscuridad, eres vida, eres amor.
Ultreia e Suseia.
Buen Camino.