Hacer el Camino de Santiago en invierno es muy diferente a realizarlo en otra época del año.
Hay que tener en cuenta la dureza de la climatología, el estado de los caminos, la menor duración de luz solar, la mayor soledad, etc.
Todas estas situaciones que aparecen como desventajas para unos, para otros muchos producen mayor satisfacción. Aumentan las posibilidades de mayor silencio, reflexión… Y la mayor capacidad de superación de las situaciones de sacrificio que ofrecen este tipo de viajes.
A la hora de ponerse en marcha, es importante la planificación de la ruta. Estudiar las etapas que vamos a realizar teniendo en cuenta las horas de luz solar, asegurarse de los servicios que existen en la ruta y la posibilidad de que estén activados. Así mismo, estudiar la climatología y las posibilidades de cambio rápido del tiempo. Y, por supuesto, adaptar el calzado y la vestimenta a estas situaciones. Por ello es importante la previsión de disponer de calzado (gore-tex) y ropa impermeable. Añadiendo el recambio de ropa seca para evitar enfriamientos que nos dificulten el camino.
Otro apartado a tener en cuenta y muy relacionado con la salud del peregrino es el referido a la alimentación. Hay que tener en cuenta que en esta época se gastan mayor número de calorías debido al frío. Es importante el conocimiento personal de cada uno de nosotros. Dentro de la planificación se debe ver el estado de los caminos por los que discurre la ruta, y tener preparadas alternativas por si resulta dificultoso su tránsito. Aplicaciones como la nuestra facilitan esta tarea y te mantienen informado al instante.
Durante las nevadas de enero de 2019, en Roncesvalles, una peregrina entrevistada por una cadena de televisión resaltaba lo agradable que era la percepción del silencio producido por la nieve, lo agradable de pisar el blanco manto y las posibilidades de reflexión interior durante el recorrido.
Te dejamos un vídeo sobre el auge del Camino en esta época del año.