Nos adentramos en la provincia de Burgos por  el Camino Frances, cerca de Villafranca de los Montes de Oca. Ahí, junto a la ermita de Nuestra Señora de Oca, se encuentra el Pozo de San Indalecio. Un lugar ligado a la historia de este hombre, primer obispo  de la Diócesis de Oca (Auca).

Su Historia

Al parecer Indalecio fue discípulo y amigo del Apóstol Santiago, y él mismo lo nombró obispo. Se le considera como uno de los siete varones seguidores del Apóstol. Habiendo llegado a la zona de Auca fundó, con dificultades, la diócesis. Esta tierra estaba habitada por un pueblo indómito llamado de los “Austrigones”. Debe señalarse que estos hombres ocupaban el norte de la provincia de Burgos y sur del País Vasco. Tenemos noticias de ellos desde la llegada de los romanos al norte de la península Ibérica.

Según la leyenda de estas tierras, San Indalecio fue martirizado y su cuerpo arrojado al pozo de un  pequeño manantial. Cuenta la tradición que de ahí surgió un gran caudal. Posteriormente, junto a él se edificó la ermita para venerar a la Virgen.

Las piedras de la pared del pozo del que surge el manantial tienen motas de color rojo, semejantes a la salpicadura de la sangre del santo. Sin quitar mérito a la leyenda, la explicación científica de esto es que esta agua contienen gran cantidad de hierro que al oxidarse obtiene esta coloración.

De la existencia de la diócesis de Oca se tienen noticias desde la época de los visigodos, si bien con la invasión árabe desaparece. Posteriormente se restaura una vez asentada la reconquista cristiana en esta zona, a partir del siglo XI.

 

Imagen: Turismo Burgos