Paz y bien:
Estábamos compartiendo la paz del silencio de quienes siguen un sueño común.
Era un encuentro de oración por la paz. Oración, como el camino, ecuménica, abierta, universal. Allí estábamos peregrinos de diversos lugares del mundo, de diversas lenguas, de diversas concepciones sobre la vida.
Pero nos sentíamos parte de un corazón común, esta es la esencia del camino de Santiago, este es el alma del camino, plurales, pero unidos en lo esencial.
Y allí estaba él, su simple presencia era un mensaje de superación. Un peregrino en su silla de ruedas adaptada para el camino, a través de unos pedales manuales que le impulsaban le ayudaban a seguir adelante. La efigie de este peregrino era allá en sí misma un monumento a la peregrinación, y un resumen de lo que la vida es. Esfuerzo, sufrimiento, pero también capacidad para superar las adversidades.
Era en una zona de montaña, la orografía era complicada, pero al ciego a lo alto de la montaña, le acompañaba también otro peregrino. Fiel escudero para ayudarle momentos puntuales. Otro mensaje, quien no solo se centra en sí mismo sino que está atento al bien de los demás.
Este es el milagro del camino.
Ultreia e Suseia.
Buen Camino.