María Luisa Blanco del Río lleva desde 2004 peregrinando a Santiago. Además, trabaja en el Camino ya que es guía en la empresa Marly Camino, donde hacen rutas especializadas para todo tipo de públicos, incluso para quienes prefieren alojarse en hoteles o pazos, en vez de en albergues. Su visión de quién es un auténtico peregrino engloba a quienes hacen el Camino con apoyo logístico o incluso los llamados «turigrinos». Hablamos con ella.
¿Cómo son las peregrinaciones que organizáis?
La estructura es que nos quedamos en pazos u hoteles de categoría, contamos un autobús de apoyo por si alguien tiene alguna necesidad o se encuentra mal y también llevamos ahí las mochilas… es un Camino diferente a como se concibe habitualmente
Damos la oportunidad de hacer el camino a muchas personas que sino no lo harían. Desde gente mayor a personas que necesitan o quieren hacerlo con grupo de apoyo. Por miedo o porque sencillamente les apetece hacerlo sin tener que comer bocatas y dormir con 20 personas más en otra habitación.
¿Desde dónde organizáis las rutas?
Desde muchos sitios. Lisboa, San Sebastián, Granada… Tenemos un amplio abanico de distintas posibilidades que van desde 18 días hasta una semana (los últimos km desde Sarria )
¿Recibís críticas por parte de peregrinos más tradicionales?
Yo he hecho el Camino varias veces desde 2004, desde diversos puntos. Estas vacaciones lo he hecho desde Llanes a Gijón. Mucha gente se cree que por hacer el Camino desde Roncesvalles, comiendo bocatas y durmiendo en albergues son los verdaderos peregrinos. Y que quien lo hace así, no es un peregrino auténtico. Yo pienso que el Camino es algo único para cada persona, en cada camino que hace y en cada circunstancia. Porque no hay maneras más o menos auténticas de experimentar a Dios en el Camino. El camino es para todo el mundo, no sólo para el que está bien físicamente. También para los que tienen miedo y necesitan apoyos, que es algo respetable.
Yo con mi empresa, cuando trabajo, vestida de amarillo, no sólo ayudo a los peregrinos que vienen con nosotros, también a otra gente que peregrina. Aparece una chica de amarillo que te da una botella de agua, un analgésico, te anima… este tipo de cosas son las que forman el Camino, porque es de todos. Estamos para echar una mano a quien lo pueda necesitar.
Con estos datos, ¿cómo defines qué es un peregrino?
Peregrinar este tener una motivación interior que te mueve para tener un encuentro, que es interior pero que acontece en el Camino. Solo uno sabe lo que le ha costado ir del punto A al punto B. Y me da lo mismo que el A sea Roncesvalles o Sarria. Cada cual sabe lo que le ha costado. Peregrino es quien logra un encuentro con Dios dentro de sí mismo, gracias al Camino. Y ahí, nadie se puede meter a evaluar si eres más o menos peregrino. Hoy en día parece que hay que poner todo en números, metas, cuántos kilómetros haces, a qué hora te has levantado… mucha gente mide esto en resultados y creen que son «ellos» los peregrinos por antonomasia. Y no es así.
Pero mucha gente critica el aumento de «turigrinos», gente que se aprovecha del Camino para hacer vacaciones baratas… ¿no es esto un peligro?
Para mí el peligro es el tipo de gente que son de vista corta respecto a qué es el Camino. Yo no estoy en contra de los turigrinos. Si quieres hacer el Camino porque eres mayor y lo quieres hacer en coche. O porque te interesa conocer los edificios o la gastronomía, pues algún poso queda. Lo peligroso es poner unos parámetros rígidos acerca de qué es el camino, qué no es, quién se puede llevar la compostelana, quién no… El camino evoluciona y debemos ser capaces de evolucionar con él. Si somo más flexibles y abiertos, y damos la bienvenida a otras formas de hacer el Camino no veo nada malo en ello.
Alejandro Palacios Álvarez